[21] D. MARIO VARGAS LLOSA, POR FAVOR, RELEA A ORTEGA...

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Desde hace muchos años me ocupo en hacer notar la frivolidad y la irresponsabilidad frecuentes en el intelectual europeo, que he denunciado como un factor de primera magnitud entre las causas del presente desorden. Pero esta moderación que por azar puedo ostentar no es «natural». Lo natural sería que yo estuviese ahora en guerra apasionada contra esos escritores ingleses. Por eso es un ejemplo concreto del mecanismo belicoso que ha creado el mutuo desconocimiento entre los pueblos.

Hace unos días, Alberto Einstein se ha creído con «derecho» a opinar sobre la guerra civil española y tomar posición ante ella. Ahora bien: Alberto Einstein usufructúa una ignorancia radical sobre lo que ha pasado en España ahora, hace siglos y siempre. El espíritu que le lleva a esta insolente intervención es el mismo que desde hace mucho tiempo viene causando el desprestigio universal del hombre intelectual, el cual, a su vez, hace que hoy vaya el mundo a la deriva, falto de pouvoir spirituel.

Nótese que hablo de la guerra civil española como un ejemplo entre muchos, el ejemplo que más exactamente me consta, y me reduzco a procurar que el lector inglés admita por un momento la posibilidad de que no está bien informado, a despecho de sus copiosas «informaciones». Tal vez esto le mueva a corregir su insuficiente conocimiento de las demás naciones, supuesto el más decisivo para que en el mundo vuelva a reinar un orden.”

Sr. Vargas Llosa, hace unos días usted se ha creído con «derecho» a opinar sobre la “transición” española y tomar posición ante ella; Es una monstruosa injusticia descalificar la transición, reseña un diario nacional.  

Seré muy escueto. Ni ser premio Nobel de Literatura, ni pronunciar un hermosísimo discurso a su recepción, ni ser un grandísimo novelista, ni trazar un surco indeleble en el vasto  e inacabado campo de la cultura de habla hispana, ni ser Doctor Honoris Causa por reputadas, y no tan reputadas, universidades, ni ser octogenario, exime a nadie de cometer errores y pronunciar inconsistencias. 

El ejemplo no puede ser más claro y mi juicio se refiere exclusivamente al mismo.

De ese episodio, del que ya nos separa un trecho de más de 40 años y al que el discurso común se refiere en tono ditirámbico, deriva “que mis compatriotas confundan hechos tan diferentes como votación y elección, un elegido con un representante y un sistema de votaciones periódicas con una democracia.”, por ejemplo.

Pero a Ud. cabe exigirle mayor sutileza en su apreciación, mayor rigor en la expresión y una valoración más acorde con la realidad de los hechos para no caer en banales y pueriles inconsistencias.

Porque de aquellos polvos vienen estos lodos; está más que claro.

Con todo respeto.